jueves, 30 de junio de 2011

Y Dios, como vió que Adán estaba solo, creó a Eva


   En los comienzos del monoteísmo, y hasta nuestros tiempos, existe la creencia del orígen del mundo mediante “La Biblia”, “el Corán” o “La Tora”. Precisamente en La Biblia  es mencionado el origen del mundo en el Génesis del Antiguo Testamento.
En el Capitulo IV de la misma se menciona la creación de Eva, a partir de una costilla de Adán y luego la aparición  de la serpiente que invita a la mujer a comer del árbol de la vida del bien y del mal. Hasta aquí llegamos con la introducción de la tentación del primer hombre y de la primera mujer por parte de la serpiente.
     Ahora revisando un poco el texto podemos llegar a la conclusión que Eva fue engañada por la serpiente puesto que fue esta última quien llamó a la mujer y le dijo: "¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? 
3:2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
3:3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
3:4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
3:5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
3:6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. 
3:7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. . De esta manera el engaño con apariencia de verdad cobra valor y sentido en tanto y en cuanto Eva en principio fue engañada cuando la serpiente le dijo que si comería del fruto del árbol del bien y del mal tendrá conocimientos “semejantes a los dioses” y no morirán". 
     Y Eva comió, y luego Adán… y no murieron, pero comenzaron a sentir vergüenza al verse desnudos. Luego apareció  dios y los expulso del Jardín del Edén. Aquí nuevamente el engaño con apariencia de verdad cobra un alto precio a quienes se dejan seducir por él.
También como podemos observar  en esta historia, como en las anteriores, que existe un objeto deseado el cual despierta cierta curiosidad por quien no lo posee, en este caso es el saber.
   Este “saber como dioses” es lo que impulsa a Eva a morder el fruto y a desobedecer delante del dios cristiano. La apariencia de verdad por parte de la serpiente fue la carnada perfecta para caer en este pecado.

martes, 28 de junio de 2011

Los Latines Gauchescos (Litterulae)

Algunos escritores gauchescos quizás no eran grandes expertos pero tenían algún conocimiento. El primer ejemplo que pongo es el de Javier de Viana (1868-1926), uno de los más grandes escritores gauchescos uruguayos. Sus cuentos están ambientados tanto en Uruguay como en Argentina. De él leí el libro Abrojos, en una primera edición de la Biblioteca Rodó (Montevideo, Claudio García Editores, 1936). Dicha edición tiene una “auto-biografía”, donde se lee: “Estudié latín y griego, francés, inglés, italiano, portugués, y hasta algo de castellano. Cumple a mi franqueza declarar que a todos –incluso en el que escribo– los domino menos que mediocremente” (p. 14). Creo que peca de falsa modestia, pues escribe muy bien y con gran soltura. Más ponderada es la frase: “El latín, el griego, el francés, el inglés, el italiano, portugués, español y guaraní, –me había olvidado decir que también estudié el admirable idioma indígena,– […] han tenido una mínima influencia en la gestación de mi edificio artístico: nido de hornero, nada más, y con ello se conforma mi modestia” (p. 15).

Anotemos primero que “El buey” es parte de Los trabajos y los días (1928), lo cual inmediatamente nos remite a Hesíodo y la poesía del campo. Se unen aquí las dos grandes tradiciones de occidente. En efecto “el rezo” de la bestia de labor, su sacerdocio, el “ave, tierra”, la cruz y “el santo madero” mezclan lo bíblico con lo virgiliano. Por otra parte, en cuanto a la relación entre lo clásico y el terruño provinciano, permítanme los lectores una brevísima mención del riojano Arturo Marasso, oriundo de Chilecito, quien amó como pocos en estas tierras la gloria eterna de Grecia. Así comenzaba su “Narciso”:

¿Qué oculta voz escuchas? Te enajena el secreto
de tu ser que se ahonda
y refleja vendido; y en tu quietud, inquieto,
estás en ti y en la onda. (Poemas. Buenos Aires, Hachette, 1953)

Tan telúricos como los gauchos, los indios. Y el Beato Ceferino Namuncurá (1886-1905) era en verdad un indio mapuche, hijo del cacique Manuel Namuncurá. Educado por los salesianos, fue tan buen alumno como cualquier otro de sus compañeros, e incluso mejor. Sobresalía en canto y en caligrafía, según nos informa el padre Raúl A. Extraigas, en su obra El mancebo de la tierra (Buenos Aires, Instituto Salesiano de Artes Gráficas, 1974, p. 65). Pero más adelante leemos que le gustaba la gramática y traducía Epitome Historiae Sacrae y las vidas de Cornelio Nepote (p. 171). Mas no lo hacía solo por obligación; ponía gran cuidado al hacer las versiones del latín y al latín (p. 165). Creo que muy pocos estudiantes de hoy se esmeran como este hermano nuestro, que tenía un nombre de pila tan clásico. Lamentablemente nos dejó a los 19 años, veloz como el céfiro. De cualquier forma, nuestro Ceferino me hace acordar a otro gran indio. En efecto Benito Juárez (1806-1872), Presidente de México, era liberal y masón, pero había sido seminarista. Cierta vez, en una amistosa conversación, intercaló estos versos que ni siquiera sé si son de él: “La señora musa musae / y el señor dominus domini/ se fueron al templum templi / a oír el sermo sermonis” (Héctor Pérez Martínez. Benito Juárez el impasible. México, Horizontes, 1939, p. 104).

Recientemente la librería Capítulo I, de Nicolás Bunge, especializada en temas argentinos, me proveyó de un muy interesante libro: Félix Weinberg. Juan Gualberto Godoy: literatura y política. Buenos Aires, Solar / Hachette, 1970. Además de un largo estudio preliminar, edita las poesías y algunas cartas. Formaba parte de la colección “Dimensión Argentina”, que publicó decenas de obras muy importantes de temática nacional. Aprendí allí que Godoy (1793-1864), a quien yo consideraba un poeta gauchesco (y lo es verdaderamente), fue hombre muy letrado. Informa Weinberg: “Aprendió las primeras letras en una escuela de mujeres, gramática latina en el convento de los padres betlemitas y caligrafía con Alejo Nazarre, un antiguo funcionario colonial” (p. 13). No estaría bien inundar con citas; basten las menciones de Ovidio (p. 148), de Alejandro Magno (p. 141), de la expresión de facto (p. 158), del mítico canto del cisne (p. 157). Pero escuchemos la definición que hace de su propia vis satírica:

Mi numen es Juvenal,
no Tácito y Tito Livio;
por eso no doy alivio
a vicios en general. (p. 236)
 Según el dicho, “cuando menos se piensa, salta la liebre” (cf.:http://www.1de3.com/refranes/3080/cuando-menos-se-piensa-salta-la-liebre); así es la gloria de Roma: también puede presentarse de improviso.
El padre Amado Anzi escribió El Evangelio Criollo, libro que fue ilustrado por bellísimos dibujos de Eleodoro Marenco (Buenos Aires, Ágape, 1964). Recientemente tuve la fortuna de hallar, en librería de viejo, una obra en esta misma dirección: Francisco H. Orellano. Evangelio según “San Fierro”. Buenos Aires, Difusión, 1976. Ambos autores gauchescos emplean la estrofa de nuestra gran épica. Pero Orellano trae algo muy curioso. En efecto habla así de la simpleza de los discípulos de Jesús:

Estos fueron sus laderos,
seleccionados por él,
gente ruda y sin cartel,
ni otro “curriculum vitae”
que aquel que les dio el envite
de su suerte en Israel. (p. 43)

A mí me parece bien ese latinismo, pues hasta el iletrado está obligado a veces a recurrir a palabras y frases cultas (sobre todo hoy, en esta época de médicos y pedagogos, cuando escuchamos cosas como laparoscopiaretroalimentación yobjetivos procedimentales). Si alguno consigue estas obras de Jesús en criollo, léalas y hallará placer.

Hemos comprobado aquí una vez más algo muy sabido, la gran fuerza del mundo griego y latino. De cualquier forma, podría parecer algo impensado lo clásico en lo gauchesco. En realidad se explica perfectamente, pues los gauchos son americanos y América, como tantos sitios, sintió la educación de la vieja Europa, de base clásica. En más de un caso vimos que tal educación debía no poco a las órdenes religiosas, que llevaron el latín junto con la escuela. Por eso quizás, a la hora de escribir, también a los escritores nativos la cultura clásica les brotaba de lo hondo

jueves, 23 de junio de 2011

Solsticio de Invierno

    La Navidad, tal y como la conocemos hoy en día, se basa en la tradición religiosa del nacimiento de Jesús, la visita de los reyes magos y los milagros hechos por Santa Claus (San Nicolás).
Sin embargo, las fiestas navideñas sólo se empezaron a celebrar a partir de la Edad Media, y fueron los papas de aquella época quienes fijaron la fecha en el 25 de diciembre, precisamente para que los fieles prestasen menos atención a las fiestas paganas del solsticio de invierno y más a las celebraciones religiosas. Incluso el típico árbol de navidad tiene un origen celta.

    En la antigua Roma, en diciembre se celebraba la Saturnalia, en honor al reinado del dios Saturno sobre Roma en la Edad de Oro. En esa edad, la tierra en Roma producía abundantemente y no había guerras ni discordia.
    Durante la Saturnalia se celebraban fiestas durante una semana entera, con comilonas y abundante bebida. A lo largo de esa semana se invertía el orden social: los amos servían a los esclavos, los esclavos se convertían en amos y desempeñaban altos cargos del estado.
     Era tradicional intercambiarse regalos hechos en plata, aunque casi cualquier cosa podía servir de regalo para la ocasión.
     La fiesta también era una celebración del fin de las tinieblas y el comienzo de un nuevo año. Aquí puedes ver un fragmento de las palabras que la sacerdotisa pronunciaba para el rito de la Saturnalia:
"Esta es la noche del solsticio, la noche más larga del año. Ahora las tinieblas triunfan y aún así todavía queda un poco de luz. La respiración de la naturaleza está suspendida, todo espera, todo duerme. El Rey Oscuro vive en cada pequeña luz. Nosotros esperamos al alba cuando la Gran Madre dará nuevamente a luz al sol, con la promesa de una nueva primavera. Así es el movimiento eterno, donde el tiempo nunca se detiene, en un círculo que lo envuelve todo. Giramos la rueda para sujetar la luz. Llamamos al sol del vientre de la noche. Así sea."
Finalmente, a lo largo de la Edad Media, esa fiesta se fue alargando en el tiempo hasta convertirse en lo que hoy en día conocemos como Carnavales.

jueves, 16 de junio de 2011

LATINES INESPERADOS (Litterulae)


      Hace poco volví a visitar el Palacio Barolo, ese notable edificio de Buenos Aires que está inspirado en diversos aspectos de La Divina Comedia. Acababa de hablar con Roberto Alifano, quien está terminando una novela ambientada a la vez en tiempos del Dante y también en la Argentina reciente; en ella se habla precisamente del Palacio, obra del arquitecto italiano Mario Palanti y terminado en 1923 (http://es.wikipedia.org/wiki/Palacio_Barolo). Pues bien, leí con emoción las varias frases latinas que se hallan en el cielorraso de su inmensa galería (algunas, virgilianas; otras, evangélicas) y pensé en la grandeza del mundo clásico, que ha llegado tan lejos en el espacio y en el tiempo. El Palacio es entonces responsable en parte de las siguientes búsquedas.

   A griegos y romanos les gustaron mucho las carreras de caballos. Tal vez por eso algunos nombres de “burros” (et nos cedamus vulgari eloquio!) proceden de allí. Por ejemplo Edipo Rey, un caballo chileno que ganó el Gran Premio Latinoamericano en 1990 (cf.:http://dealgunamanera1.blogspot.com/2008/05/ser-como-charles-atlas.html). Hay muchas asociaciones que pueden hacerse a partir de este nombre, pero a mí me gusta porque dicen que el resultado final siempre es un enigma, cuando se trata del pasto o de la arena de las apuestas: por algo los que saben de esto son llamados “la cátedra.” Otro équido importante era Nonbis in Idem (cf.:http://mbprofesionales.com.ar/fabulada/info/forsale.pdf . El error en la separación y en el uso de mayúsculas (debería ser non bis in idem) no es mío, sino del dueño de este sangre pura). ‘No dos veces en lo mismo’ significa que no debemos cometer dos veces el mismo error; quizás por eso alguien, sabedor de que los habitantes de esta parte del mundo tenemos cierta propensión a ello (no somos los únicos), hablaba de los latinoamnesicanos. El premio República de Bolivia (1100 m, Hipódromo de La Plata) lo obtuvo la yegua Lux Lucis, que es de la tercera pero resultó de primera (cf.: La Nación, 22 oct. 2010). Pero el que más me gustó fue Borístenes, varias veces ganador (cf.: La Nación, 26 sept. 1999). Tiene el mismo nombre que un caballo de Adriano; este emperador romano del s. II le dedicó un epitafio (fragm. nº 4) que elogiaba su gran rapidez:

Borysthenes Alanus,
Caesareus veredus,
per aequor et paludes
et tumulos Etruscos
volare qui solebat.

Borístenes era el Dnieper, río que desagua en el Mar Negro. El mundo clásico y los corceles siempre fueron amigos; tanto que un antecesor de Adriano, Calígula, hizo para su caballo Incitatus un establo de mármol, lo custodiaba con soldados, lo vestía de púrpura, le ponía collares y joyas, le destinó una casa y esclavos para su atención y hasta, se decía, tenía pensado hacerlo cónsul (cf.: Suetonio, Calígula55). Y Alejandro Magno llegó también bastante lejos, pues en honor a su caballo Bucéfalo fundó, junto al río Hidaspes, ‘no de otro modo que si hubiera perdido a un amigo’ la ciudad de Bucefalia (cf.: Plutarco, Vida de Alejandro 61).

 Nik,  en uno de sus dibujos (cf.: La Nación, 25 jun. 2008), relacionado con la protesta agrícola que hubo en Argentina en 2008, un periodista le preguntaba al político de turno cómo andaban las instituciones en Argentina. El bigotudo funcionario le contesta que muy bien, pues lo hacen “de acuerdo a [sic] lo que deciden los tres poderes.” Estos no son ejecutivo, legislativo y judicial, como se espera, sino “piquete, cacerolazo y carpa.” El característico gato de Nik comenta: “Ya lo dijo el poeta: Carpe diem, diez carpas en el Congreso.” No sorprende la cita horaciana (Odas 1, 11, 8), pues es ex alumno del Colegio Nacional de Buenos Aires.

Cambiando de tema , "pendejo" es voz del español general, “pelo que nace en el pubis y en las ingles”, define la Academia. También sabe que: “vulg. Arg. y Ur. Chico, adolescente.” Pero ni la Academia ni el Diccionario del habla de los argentinos, de la Academia Argentina de Letras, registran pendex, que es deformación de la voz citada y que tiene ya unos treinta años. Más aún, la Red testimonia su abundante uso, como puede ver cualquiera que se valga de un buscador. Creo que pendex fue idea de un conocedor, en mucho o en poco, del latín: a la manera de latex,icis (‘líquido’), simplex,icis (‘simple’) o apex,icis(‘punta’). Lo curioso es que, cuando se usa en plural, no se dice pendices, en buen latín, sino “los pendex.” (Cf.: http://bicicletas-usadas.vivavisos.com.ar/motos-usadas+otras-santa-fe-region/yamaha-xj-600cc-ideal-p-pendex-q-no-llegan-al-cbr/10260134). Es como cuando alguien dice que, por su desempeño en el trabajo, le dieron “varios bonus”, en vez de boni; o como cuando alguien presentó “varios curriculums”, en vez de curricula.

Pero el lenguaje corriente comete muchos asesinatos. Dígalo, si no, la frase latinaprimum vivere, deinde philosophari (‘primero vivir, luego filosofar’). El mal uso ha llegado a forjar una mezcla con el italiano: primum vivere dopo filosofare. ¡Ni hablar del rarísimo non calentarum: largum vivirum! En la Red están documentados ambos usos. Muy curioso, porque parte de la creencia de que casi todo en latín termina en –um; en todo caso, la frase tiene un lejanísimo aire de ars longa, vita brevis, versión del aforismo griego hipocrático (ho bíos brachýs, con perdón por el uso de la trasliteración; cf.: http://es.wikipedia.org/wiki/Ars_longa_vita_brevis). Y, cuando surge alguna contrariedad, los sexagenarios decimos: Sonati, frates. Sin duda paráfrasis jocosa del Orate, fratres, de la Misa en latín.

Ahora, a los libros de viajes y aventuras. John L. Brom (1908-1969) fue explorador y fotografío y filmó muchísimo sobre  África (cf.:http://www.nmnh.si.edu/naa/whatsnew2000_02.htm). En uno de sus libros escribe: “El jefe de una familia de hipopótamos es un tirano feroz y celoso que reina sobre muchas hembras que lo obedecen ciegamente. Y ¡ay del intruso, de todo macho extraño que se atreva a acercarse a una de sus esposas! La consecuencia será una batalla a muerte […]. Puede suceder que ambos adversarios sucumban a causa de sus heridas, en cuyo caso las hembras se van y se buscan nuevo marido. Sin duda, este temperamento celoso impulsaba a los machos a destruir a sus propios vástagos masculinos, en quienes ven rivales en potencia. También puede suceder que el hijo, después de haber alcanzado la edad adulta viviendo solo, vuelva al seno de la familia, combata con su padre, lo mate y se apodere de todas las hembras, inclusive su propia madre. ¡El drama de la vida del hipopótamo es, en suma, digno de Shakespeare, o más bien de Sófocles, con matices que recuerdan a Edipo!” (John L. Brom. 32000 kilómetros por la selva africana. Buenos Aires, Ediciones Selectas, 1959, p. 278). Ya de por sí el hipopótamo tiene mucho de griego, pues su nombre es algo así como ‘caballo de río.’

En fin, llegado ya a puerto, debo aclarar que el título de este trabajo no es del todo preciso. En efecto no pueden considerarse demasiado “inesperados” los latines en alguien que, como Nik o como Brom, tuvo una formación de base europea. A pesar de tal impropiedad, quise mantenerlo, pues desde siempre me llamó la atención hallar el mundo clásico en lugares distantes de la literatura y del arte. También tuve una intención evocativa y otra de carácter humorístico y lúdico. Si mis lectores dedicaron su irreparable tiempo a tales bocadillos, venia, precor, sit mihi concessa.

EL MUNDIAL Y SUS POMPAS- Umberto Eco

      Debo aclarar ahora que, en realidad, no tengo nada en contra de la pasión futbolística. Al contrario, la apruebo y la considero providencial. Esas multitudes de hinchas apasionados segados por el infarto en las graderías, esos árbitros que pagan un domingo de celebridad exponiendo su persona a graves injurias, esos excursionistas que descienden ensangrentados del autocar, heridos por los vidrios rotos a pedradas, esos festivos mozuelos que, borrachos, recorren por la tarde las calles, asomando su bandera por la ventanilla del utilitario sobrecargado y se estrellan contra un TIR, esos atletas destruidos psíquicamente por lacerantes abstinencias sexuales, esas familias arruinadas económicamente por ceder a insanas reventas en el mercado negro, esos entusiastas cegados por el estallido de un petardo celebratorio me llenan de alegría el corazón. Soy tan partidario de la pasión futbolística como lo soy de las carreras, de las competiciones motociclistas al borde de los precipicios, del paracaidismo desatinado, del alpinismo místico, de la travesía de los océanos en botes de goma, de la ruleta rusa y del uso de drogas. Las carreras mejoran las razas, y todos estos juegos que acabo de enumerar conducen afortunadamente a la muerte de los mejores y permiten que la humanidad continúe tranquilamente sus vicisitudes con protagonistas normales y medianamente desarrollados. En cierto modo estaría de acuerdo con los futuristas en que la guerra es la única higiene del mundo, con una pequeña corrección: lo sería si se consintiera que participaran sólo los voluntarios. Pero, desgraciadamente, la guerra también implica a los renuentes, y en este sentido es moralmente inferior a los espectáculos deportivos.