jueves, 16 de junio de 2011

LATINES INESPERADOS (Litterulae)


      Hace poco volví a visitar el Palacio Barolo, ese notable edificio de Buenos Aires que está inspirado en diversos aspectos de La Divina Comedia. Acababa de hablar con Roberto Alifano, quien está terminando una novela ambientada a la vez en tiempos del Dante y también en la Argentina reciente; en ella se habla precisamente del Palacio, obra del arquitecto italiano Mario Palanti y terminado en 1923 (http://es.wikipedia.org/wiki/Palacio_Barolo). Pues bien, leí con emoción las varias frases latinas que se hallan en el cielorraso de su inmensa galería (algunas, virgilianas; otras, evangélicas) y pensé en la grandeza del mundo clásico, que ha llegado tan lejos en el espacio y en el tiempo. El Palacio es entonces responsable en parte de las siguientes búsquedas.

   A griegos y romanos les gustaron mucho las carreras de caballos. Tal vez por eso algunos nombres de “burros” (et nos cedamus vulgari eloquio!) proceden de allí. Por ejemplo Edipo Rey, un caballo chileno que ganó el Gran Premio Latinoamericano en 1990 (cf.:http://dealgunamanera1.blogspot.com/2008/05/ser-como-charles-atlas.html). Hay muchas asociaciones que pueden hacerse a partir de este nombre, pero a mí me gusta porque dicen que el resultado final siempre es un enigma, cuando se trata del pasto o de la arena de las apuestas: por algo los que saben de esto son llamados “la cátedra.” Otro équido importante era Nonbis in Idem (cf.:http://mbprofesionales.com.ar/fabulada/info/forsale.pdf . El error en la separación y en el uso de mayúsculas (debería ser non bis in idem) no es mío, sino del dueño de este sangre pura). ‘No dos veces en lo mismo’ significa que no debemos cometer dos veces el mismo error; quizás por eso alguien, sabedor de que los habitantes de esta parte del mundo tenemos cierta propensión a ello (no somos los únicos), hablaba de los latinoamnesicanos. El premio República de Bolivia (1100 m, Hipódromo de La Plata) lo obtuvo la yegua Lux Lucis, que es de la tercera pero resultó de primera (cf.: La Nación, 22 oct. 2010). Pero el que más me gustó fue Borístenes, varias veces ganador (cf.: La Nación, 26 sept. 1999). Tiene el mismo nombre que un caballo de Adriano; este emperador romano del s. II le dedicó un epitafio (fragm. nº 4) que elogiaba su gran rapidez:

Borysthenes Alanus,
Caesareus veredus,
per aequor et paludes
et tumulos Etruscos
volare qui solebat.

Borístenes era el Dnieper, río que desagua en el Mar Negro. El mundo clásico y los corceles siempre fueron amigos; tanto que un antecesor de Adriano, Calígula, hizo para su caballo Incitatus un establo de mármol, lo custodiaba con soldados, lo vestía de púrpura, le ponía collares y joyas, le destinó una casa y esclavos para su atención y hasta, se decía, tenía pensado hacerlo cónsul (cf.: Suetonio, Calígula55). Y Alejandro Magno llegó también bastante lejos, pues en honor a su caballo Bucéfalo fundó, junto al río Hidaspes, ‘no de otro modo que si hubiera perdido a un amigo’ la ciudad de Bucefalia (cf.: Plutarco, Vida de Alejandro 61).

 Nik,  en uno de sus dibujos (cf.: La Nación, 25 jun. 2008), relacionado con la protesta agrícola que hubo en Argentina en 2008, un periodista le preguntaba al político de turno cómo andaban las instituciones en Argentina. El bigotudo funcionario le contesta que muy bien, pues lo hacen “de acuerdo a [sic] lo que deciden los tres poderes.” Estos no son ejecutivo, legislativo y judicial, como se espera, sino “piquete, cacerolazo y carpa.” El característico gato de Nik comenta: “Ya lo dijo el poeta: Carpe diem, diez carpas en el Congreso.” No sorprende la cita horaciana (Odas 1, 11, 8), pues es ex alumno del Colegio Nacional de Buenos Aires.

Cambiando de tema , "pendejo" es voz del español general, “pelo que nace en el pubis y en las ingles”, define la Academia. También sabe que: “vulg. Arg. y Ur. Chico, adolescente.” Pero ni la Academia ni el Diccionario del habla de los argentinos, de la Academia Argentina de Letras, registran pendex, que es deformación de la voz citada y que tiene ya unos treinta años. Más aún, la Red testimonia su abundante uso, como puede ver cualquiera que se valga de un buscador. Creo que pendex fue idea de un conocedor, en mucho o en poco, del latín: a la manera de latex,icis (‘líquido’), simplex,icis (‘simple’) o apex,icis(‘punta’). Lo curioso es que, cuando se usa en plural, no se dice pendices, en buen latín, sino “los pendex.” (Cf.: http://bicicletas-usadas.vivavisos.com.ar/motos-usadas+otras-santa-fe-region/yamaha-xj-600cc-ideal-p-pendex-q-no-llegan-al-cbr/10260134). Es como cuando alguien dice que, por su desempeño en el trabajo, le dieron “varios bonus”, en vez de boni; o como cuando alguien presentó “varios curriculums”, en vez de curricula.

Pero el lenguaje corriente comete muchos asesinatos. Dígalo, si no, la frase latinaprimum vivere, deinde philosophari (‘primero vivir, luego filosofar’). El mal uso ha llegado a forjar una mezcla con el italiano: primum vivere dopo filosofare. ¡Ni hablar del rarísimo non calentarum: largum vivirum! En la Red están documentados ambos usos. Muy curioso, porque parte de la creencia de que casi todo en latín termina en –um; en todo caso, la frase tiene un lejanísimo aire de ars longa, vita brevis, versión del aforismo griego hipocrático (ho bíos brachýs, con perdón por el uso de la trasliteración; cf.: http://es.wikipedia.org/wiki/Ars_longa_vita_brevis). Y, cuando surge alguna contrariedad, los sexagenarios decimos: Sonati, frates. Sin duda paráfrasis jocosa del Orate, fratres, de la Misa en latín.

Ahora, a los libros de viajes y aventuras. John L. Brom (1908-1969) fue explorador y fotografío y filmó muchísimo sobre  África (cf.:http://www.nmnh.si.edu/naa/whatsnew2000_02.htm). En uno de sus libros escribe: “El jefe de una familia de hipopótamos es un tirano feroz y celoso que reina sobre muchas hembras que lo obedecen ciegamente. Y ¡ay del intruso, de todo macho extraño que se atreva a acercarse a una de sus esposas! La consecuencia será una batalla a muerte […]. Puede suceder que ambos adversarios sucumban a causa de sus heridas, en cuyo caso las hembras se van y se buscan nuevo marido. Sin duda, este temperamento celoso impulsaba a los machos a destruir a sus propios vástagos masculinos, en quienes ven rivales en potencia. También puede suceder que el hijo, después de haber alcanzado la edad adulta viviendo solo, vuelva al seno de la familia, combata con su padre, lo mate y se apodere de todas las hembras, inclusive su propia madre. ¡El drama de la vida del hipopótamo es, en suma, digno de Shakespeare, o más bien de Sófocles, con matices que recuerdan a Edipo!” (John L. Brom. 32000 kilómetros por la selva africana. Buenos Aires, Ediciones Selectas, 1959, p. 278). Ya de por sí el hipopótamo tiene mucho de griego, pues su nombre es algo así como ‘caballo de río.’

En fin, llegado ya a puerto, debo aclarar que el título de este trabajo no es del todo preciso. En efecto no pueden considerarse demasiado “inesperados” los latines en alguien que, como Nik o como Brom, tuvo una formación de base europea. A pesar de tal impropiedad, quise mantenerlo, pues desde siempre me llamó la atención hallar el mundo clásico en lugares distantes de la literatura y del arte. También tuve una intención evocativa y otra de carácter humorístico y lúdico. Si mis lectores dedicaron su irreparable tiempo a tales bocadillos, venia, precor, sit mihi concessa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario