viernes, 29 de abril de 2011

Cuando Borges y Perón se encontraron...

    Los dos reyes y los dos laberintos


    Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribo sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. 
La gloria sea con aquel que no muere. 


Es hermoso leer a Borges como autor, y es apasionante el discurso Peronista desde el punto de vista político. Pero ¿Qué hubiera sucedido si estas figuras antagónicas hubieran dejado de lado sus propios pareceres y hubieran tenido-mínimamente- un dialogo?
     Enrique Estrázulas, un autor uruguayo, conoció a Borges, además fue amigo de algunos allegados al lider peronista, de quien pudo extraer:
   "Corría 1977. Yo vivía con Alfredo Zitarrosa en Madrid -recordó el autor- y un dirigente justicialista, cuyo nombre no revelaré, me contó que, en su residencia de Puerta de Hierro, Perón había leído a Borges. Tras concluir la lectura, según me contaron, el general habría dicho: Parece mentira que este hombre que me critica tan duramente sea un escritor tan grande."
En ese diálogo mano a mano con Perón, Estárzulas imaginó un encuentro entre dos amigos, dos viejos sabios reparando el pasado. 
En ocasiones la ficción ocupa espacios que la historia ha reclamado...

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