jueves, 28 de abril de 2011

El Flaubert de Sartre


     Desde 1943, Sartre, fuertemente influido por la vida tormentosa, inteligente y provocadora y rebelde de algunos hombres - Baudelaire, Genet, etc.- , se inicia en el análisis existencial (El ser y la nada) y se propone el modelo de Flaubert para un trabajo de envergadura. En 1945 comienza seriamente lo que hasta en 1972 parece culminar. Durante este lapso se atraviesan en su proyecto innumerables conflictos y nuevas obras o conferencias y entrevistas de prensa en distintos países (Crítica de la razón dialéctica, Los secruestrados de Altona, Las palabras, primer tomo de su autobiografía que le mereciera el premio Nobel de Literatura, etc.). Pese a su inmensa creación intelectual, algunas intenciones y promesas de continuar o publicar nuevos libros se vieron frustradas durante aquella época. Se recuerda Los caminos de la libertad y la continuación de la Crítica. No obstante, ese Flaubert que casi no aparece, se esperaba con la misma terca inseguridad con que se esperó inútilmente la continuación de Las palabras. Pero al fin comenzó a aparecer en una sobria edición de Gallimard, su editorial de siempre, en 1971.
      Flaubert es producto de los prejuicios sociales y familiares de su época. Pasivo, despectivo, refleja en su conducta personal y más tarde en toda su obra, las consecuencias de unas relaciones familiares perfectamente anormales: madre poco afectiva, padre tirano, dificultad de relación con las palabras y emulación impuesta con su hermano mayor, por lo demás, modelo.
      Es su dificultad de aprender a leer - lo que logra entre los 7 y los 8 años- lo que lo convierte en el idiota de la familia.


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