martes, 26 de abril de 2011

El gigante Amapolas y sus formidables enemigos

      Juan Bautista Alberdi (San Miguel de Tucumán29 de agosto de 1810 - Francia19 de junio de 1884) fue un juristaeconomistapolíticoescritor y músicoargentino, autor intelectual de la Constitución Argentina de 1853.

      En noviembre de 1838, debido a su negativa a prestar juramento al régimen federal de Juan Manuel de Rosas y a la persecución de la policía de Rosas, inició un exilio voluntario en Montevideo. Dejaba en Buenos Aires una amante y un hijo recién nacido al cual nunca reconoció, de nombre Manuel a quién nombra legatario en su testamento llamándolo "mi pariente" 
En Montevideo apoyó la intervención francesa contra el gobierno de Rosas, y escribió artículos en varios periódicos, apoyando las acciones militares de ese país contra el suyo. 
Justo José de Urquiza lo designa diplomático y le encarga la misión de obtener en Europa el reconocimiento de la Confederación Argentina bajo la nueva Constitución y evitar el reconocimiento del Estado de Buenos Aires, escindido de la Confederación, como nación independiente, misión que Alberdi cumple con éxito y que le valdría el encono de Bartolomé Mitre y de Domingo Faustino Sarmiento, tirria profundizada luego por la oposición frontal de Alberdi a la Guerra de la Triple Alianza, actitud que le valió ser calificado como "traidor".

     Durante su exilio en Montevideo, Juan Bautista Alberdi se dedicó a escribir, pero no como un autor más, sino como dramaturgo. Desde el teatro realiza algo muy interesante que perdura hasta nuestros días, denunciar la represión y la falta de acuerdo dentro los partidos opositores
El resultado de este trabajo se denomina "El gigante Amapolas y sus formidables enemigos", es escrita desde Montevideo en el año 1842, esta obra alude a Rosas como anteriormente fue mencionado, y los comandantes del ejercito opositor los menciona como: Capitán Mosquito, Teniente Guitarra y Mayor Mentirola. A partir de esta obra se da el punta pie inicial de la farsa en Argentina.
Algunos momentos interesantes de la obra son los siguientes:
"Centinela:-Lo raro es que todavía estemos con las costillas sanas, somos cuatro gatos, estamos maniatados, tenemos a la cabeza a un héroe de paja, ¿Qué extraño seria que nos amarasen a todos?...Con todo, yo  todavía espero que hemos de vencer.-(...) puede  uno ser gigante de paja, y con solo estarse quieto, vencerlos  
cada instante como...."
Respecto a la censura rosista, mediante un personaje-Maria-, alude:
MARIA: Qué extraño es, pues, que el pueblo le tribute todas esas demostraciones de asombro. Mira, cuando yo venía, los Diputados del cuerpo legislativo, corrían a reunirse para decretar coronas y monumentos en honor del Gigante Amapolas. Las mujeres se ocupaban de tejer guirnaldas de flores; los poetas hacían versos; los músicos canciones en elogio del triunfo debido al genio del Gigante Amapolas. Los agentes diplomáticos de los países extranjeros eran los primeros que venían, con la boca abierta de admiración por el talento sublime con que el Gigante había sabido vencer a sus enemigos; y se disponía a recibirlo con la rodilla en tierra, o de hinojos, como dicen los añejos románticos. Por todas partes no se oye más que: -El Gigante Amapolas es un semi-Dios. El Gigante Amapolas es el genio de la política y de la guerra. El Gigante Amapolas es el valor, el atrevimiento mismo. Hay extranjero que daría sus ojos por conocer al Gigante Amapolas, tanto es el respeto y la admiración que le tienen. Ya se ve: los extranjeros como hombres ilustrados e imparciales, son los mejores apreciadores de la capacidad de nuestros grandes hombres. Por eso hay francés que se reputaría dichoso si poseyese un botón de la casaca del Gigante Rosas.
TAMBOR: Amapolas, di.
MARIA: No, hijo, lo hice por variar; tanto Amapolas, Amapolas...
TAMBOR: Bien, si es por variar, di más bien del Gigante Floripondios; pero del Gigante Rosas, no hay que hablar una palabra... sigue ahora.
MARIA: Bien, seguiré... ¿por dónde iba?
TAMBOR: Por eso hay francés...
MARIA: Ah, ya sé... Por eso hay francés que se reputaría dichoso si poseyese un botón de la casaca del Gigante Rosas.
TAMBOR: Vuelta Rosas...
MARIA: ¡Ah! Tulipanes...
TAMBOR: Amapolas, mujer...
MARIA: Es verdad, Amapolas.
TAMBOR: Vaya, vuelve.
MARIA: Por eso hay francés que se reputaría dichoso si poseyese un botón de la casaca del Gigante Amapolas; y los ingleses darían la Irlanda a trueque de que el Gigante perteneciese al Parlamento de Inglaterra. ¿No ves, no ves el gentío que cubre estas cercanías? Todo el mundo acude a tomar una idea del campo donde ha sido la batalla y a conocer la figura del Gigante Amapolas.
   Cualquier similitud con la actualidad es pura coincidencia...

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